Aproximadamente el 80% de la información que los niños reciben del mundo exterior es visual. Esto significa que los niños con deficiencia visual en la primera infancia no solo enfrentan desafíos en la percepción visual, sino que también pueden experimentar un impacto profundo en su desarrollo social, emocional y cognitivo. Sin una intervención adecuada, estos niños pueden tener dificultades significativas en el aprendizaje y la interacción social, lo que resalta la urgencia de la detección y el apoyo temprano
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